viernes, 24 de febrero de 2012

¿POR QUÉ LEER A LOS CLÁSICOS?
PORQUE NOS ENSEÑAN A VIVIR.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Cuando uno se refiere a autores clásicos éstos no necesitan tanta presentación, simplemente son clásicos porque siempre vuelves a ellos, son clásicos porque tienen clase, porque a pesar de la lejanía de los siglos en los cuales escribieron sus grandes obras, hoy en día su pensamiento, sus aportaciones siguen siendo vigente, siguen influyendo en la vida de las personas, por eso mi apreciado lector, en esta ocasión quiero dedicar la presente reflexión a uno de los clásicos más conocidos universalmente y me refiero al Filósofo Griego Platón (427 a.c -347 a.c).
El planteamiento central es que hoy a más de 2000 años de la publicación de una de las obras maestras escrita por Platón como lo es la “República”, a pesar de los siglos transcurridos su contenido sigue siendo modelo tanto para lo privado como lo público. Por eso resulta importante analizar en qué nos es útil leerla como personas, como sociedad, como gobierno, en qué consiste la grandeza de ese mundo griego que diseñó todo lo que hoy tenemos, por qué decimos que en gran medida todo lo contemporáneo es una copia de estos autores clásicos y en general por qué siempre tenemos que regresar a ellos.
Según datos de la editorial Gredos existen tres teorías de las fechas en que Platón escribió la “República” pero lo que si se puede decir con certeza es que la obra completa la escribió en un periodo de quince a veinte años a partir del 390 a.c hasta no mucho antes del 370 a.c.
La obra se compone de una gran variedad de temas integrada en diez libros, pero en esta ocasión brevemente compartiré un diálogo del libro I, en el cual participan Sócrates quien fue maestro de Platón, Glaucón y Adimanto ambos hermanos de Platón, Céfalo y su hijo Polemarco, Trasímaco y otros personajes importantes de la antigua Grecia.
Céfalo un hombre avanzado en edad le manifiesta a Sócrates que le da mucho gusto que lo visite, porque cuando más se esfuman los placeres del cuerpo, más crecen los placeres de la conversación, y Sócrates le pregunta si en verdad la vejez la declara como la parte penosa de la vida, o de que otro modo. La respuesta de Céfalo es que al convivir con la gente de su generación la mayoría se lamenta, echando de menos los placeres de la juventud y rememorando tanto los goces sexuales como las borracheras y festines, y otras cosas de índole similar, y se irritan como si se vieran privado de grandes bienes, con los cuales habían vivido bien, mientras ahora ni siquiera les parece que viven.
Le sigue manifestando Céfalo que algunos se quejan también del trato irrespetuoso, que debido a su vejez, reciben de sus familiares, pero toman por causa lo que no es causa, pues si la vejez fuera la causa yo habría padecido por efecto de la vejez las mismas cosas y no es así. Por ejemplo, cierta vez estaba junto al poeta Sófocles cuando alguien le preguntó: ¿Cómo eres, Sófocles, en relación con los placeres sexuales? ¿Eres capaz de acostarte con una mujer? Y él le respondió: cuida tu lenguaje, hombre; me he liberado de ello tan agradablemente como si me hubiera liberado de un amo loco y salvaje. En la vejez se produce paz y libertad, cuando los apetitos cesan en su vehemencia y aflojan su tensión, nos desembarazamos de multitudes de amos enloquecidos.
Pero respecto de tales quejas y de lo que concierne al trato de los familiares, hay una sola causa, Sócrates, y que no es la vejez sino el carácter de los hombres. En efecto, si son moderados y tolerantes también la vejez es una molestia mesurada; en caso contrario, Sócrates, tanto la vejez como la juventud resultarán difíciles a quien así sea.
Todo lo antes narrado sólo es una probadita por así decirlo, de lo que puede uno encontrar en la “República” de Platón, al leerla uno podrá conocer el origen del Estado, de la Legalidad, de la Psicología, de los gobiernos, la condición del ser humano, es inacabable esta obra, por eso son Clásicos, porque nunca mueren, siempre necesitamos de ellos, pero lo mejor es que en cualquier etapa de nuestras vidas, siempre podremos acudir a ellos y siempre estarán y nos responderán.
Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com

viernes, 10 de febrero de 2012

LA LETRA ESCARLATA.


“La doble moral en la que siempre ha vivido


Estados Unidos de América”


Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La anterior columna que escribí fue el Gesticulador de Rodolfo Usigli, esta obra de teatro sigue desnudando con claridad los males que dañan a México, pero ahora toca el turno de presentar al lector otra obra clásica de un autor estadounidense que se llama Nathaniel Hawthorne (1804-1864) y su novela que lo inmortalizó es “La letra escarlata” publicada en 1849, esta novela es la Norteamérica que comienza a hablar inglés y más tarde se llamará Estados Unidos. El relato se da en Nueva Inglaterra, una costa pobre, fría, asediada por los indios, las tormentas y una manera dura de relacionarse con Dios.
Los Estados Unidos fueron fundados por los puritanos, y esto es sinónimo de alegoría y simbolismo, falacia patética, ejemplo el cielo se ensombrece si el protagonista está triste y más ejemplos que usted mi apreciado lector podría imaginar, por eso para Hawthorne los puritanos son la generación más intolerante que jamás haya pisado la tierra, hoy “La letra escarlata” se lee como la primera novela psicológica americana y, es considerada la novela norteamericana más importante del siglo XIX.
Con lo antes señalado justifico el epígrafe de doble moral de los americanos, porque uno de sus principales autores es el que describe a través de la presente novela la sentencia de doble moral.
La trama central es el adulterio, se puede afirmar que todavía no se había inventado el matrimonio por amor, (no sé si hoy los matrimonios sean por ese motivo pero considero que se ha avanzado un poco) y el adulterio expresaba en la novela la oposición entre el sentimiento natural y las conveniencias sociales.
El relato comienza con un juicio público en una plaza contra Hester Prynne por adulterio, al tener a una Hija “Pearl” antes de que su Marido llegara a América. Se encuentran presente en tan esperado y exigido juicio por el pueblo puritano el Gobernador, jueces, el joven pastor de la iglesia Dimmesdale de gran prestigio y respeto, un recién llegado a la ciudad Roger Chillingworth, es un día muy esperado casi para todos menos para Hester y su pequeña hija que tenía en brazos, la condena consistió en que tenían que llevar ella y su hija de por vida una letra “A” en el pecho de adultera como símbolo de pecado y gran castigo, ella misma tejió su vestido para caminar con su vergüenza en el pecho es decir, la letra “A” y su hija en brazos.
Hester, nos narra el autor es una mujer fuerte, con carácter y enfrenta los males como pocas mujeres en aquellos años podrían enfrentarlos, es libre, fuerte, y el día de la vergüenza pública, lucía elegante, impactante, era especialista en tejer e hizo de la letra “A” de su vestido una admiración para los hombres, se veía elegante y guapa.
Naturalmente las mujeres que eran las más radicales y exigían que el castigo fuera mayor, el día que vieron caminar a Hester les causo tanta envidia y molestia, que le manifestaron a las autoridades que el castigo no era suficiente, manifestaron que de su condena hizo ocasión para reírse de nosotros, no es un buen ejemplo para la sociedad, para nuestros hijos ver crecer a esta niña junto a su madre, ya se imaginan que castigo exigían las puritanas.
Roger Chillingworth, conocía a Hester era su esposa, pero obviamente él no era el Padre de la niña, el Padre de la criatura, el hombre que también merecía llevar la letra “A” en el pecho y vivir la vergüenza pública que sólo estaba sufriendo Hester, pertenecía al palco en donde estaban las autoridades y personalidades.
La presente columna no vasta para describir una obra de esta magnitud, es un clásico y como tal mi apreciado lector hay que acudir a ellos, lo que si puedo es reafirmar lo que un día manifestó el Maestro Carlos Fuentes “Estados Unidos es una democracia en el interior y un Imperio en el exterior” y leyendo “La letra escarlata” lo comprendo, al final en el actuar siempre gesticulamos.
Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com
LA LETRA ESCALATA.

“La doble moral en la que siempre ha vivido

Estados Unidos de América”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La anterior columna que escribí fue el Gesticulador de Rodolfo Usigli, esta obra de teatro sigue desnudando con claridad los males que dañan a México, pero ahora toca el turno de presentar al lector otra obra clásica de un autor estadounidense que se llama Nathaniel Hawthorne (1804-1864) y su novela que lo inmortalizó es “La letra escarlata” publicada en 1849, esta novela es la Norteamérica que comienza a hablar inglés y más tarde se llamará Estados Unidos. El relato se da en Nueva Inglaterra, una costa pobre, fría, asediada por los indios, las tormentas y una manera dura de relacionarse con Dios.
Los Estados Unidos fueron fundados por los puritanos, y esto es sinónimo de alegoría y simbolismo, falacia patética, ejemplo el cielo se ensombrece si el protagonista está triste y más ejemplos que usted mi apreciado lector podría imaginar, por eso para Hawthorne los puritanos son la generación más intolerante que jamás haya pisado la tierra, hoy “La letra escarlata” se lee como la primera novela psicológica americana y, es considerada la novela norteamericana más importante del siglo XIX.
Con lo antes señalado justifico el epígrafe de doble moral de los americanos, porque uno de sus principales autores es el que describe a través de la presente novela la sentencia de doble moral.
La trama central es el adulterio, se puede afirmar que todavía no se había inventado el matrimonio por amor, (no sé si hoy los matrimonios sean por ese motivo pero considero que se ha avanzado un poco) y el adulterio expresaba en la novela la oposición entre el sentimiento natural y las conveniencias sociales.
El relato comienza con un juicio público en una plaza contra Hester Prynne por adulterio, al tener a una Hija “Pearl” antes de que su Marido llegara a América. Se encuentran presente en tan esperado y exigido juicio por el pueblo puritano el Gobernador, jueces, el joven pastor de la iglesia Dimmesdale de gran prestigio y respeto, un recién llegado a la ciudad Roger Chillingworth, es un día muy esperado casi para todos menos para Hester y su pequeña hija que tenía en brazos, la condena consistió en que tenían que llevar ella y su hija de por vida una letra “A” en el pecho de adultera como símbolo de pecado y gran castigo, ella misma tejió su vestido para caminar con su vergüenza en el pecho es decir, la letra “A” y su hija en brazos.
Hester, nos narra el autor es una mujer fuerte, con carácter y enfrenta los males como pocas mujeres en aquellos años podrían enfrentarlos, es libre, fuerte, y el día de la vergüenza pública, lucía elegante, impactante, era especialista en tejer e hizo de la letra “A” de su vestido una admiración para los hombres, se veía elegante y guapa.
Naturalmente las mujeres que eran las más radicales y exigían que el castigo fuera mayor, el día que vieron caminar a Hester les causo tanta envidia y molestia, que le manifestaron a las autoridades que el castigo no era suficiente, manifestaron que de su condena hizo ocasión para reírse de nosotros, no es un buen ejemplo para la sociedad, para nuestros hijos ver crecer a esta niña junto a su madre, ya se imaginan que castigo exigían las puritanas.
Roger Chillingworth, conocía a Hester era su esposa, pero obviamente él no era el Padre de la niña, el Padre de la criatura, el hombre que también merecía llevar la letra “A” en el pecho y vivir la vergüenza pública que sólo estaba sufriendo Hester, pertenecía al palco en donde estaban las autoridades y personalidades.
La presente columna no vasta para describir una obra de esta magnitud, es un clásico y como tal mi apreciado lector hay que acudir a ellos, lo que si puedo es reafirmar lo que un día manifestó el Maestro Carlos Fuentes “Estados Unidos es una democracia en el interior y un Imperio en el exterior” y leyendo “La letra escarlata” lo comprendo, al final en el actuar siempre gesticulamos.
Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com