miércoles, 26 de mayo de 2010

Vivir en Estado de
Derecho.

Por José miguel naranjo Ramírez.

En la actualidad es común escuchar decir por las autoridades que vivimos en un estado de derecho. ¿Será verdad? Para poder tener la respuesta a la interrogante es necesario saber formalmente que es el estado de derecho y así fácilmente se podrá deducir si solo es una expresión demagógica de las autoridades o es un fundamento formal del estado.
“El Estado de Derecho se integra con dos factores necesariamente concurrentes que son: el orden jurídico normativo constitucional o legal y el principio de juridicidad que implica el respeto y la observancia necesarios de dicho orden en la realidad política, económica, social y cultural de un país. El estado de derecho se viola cuando el elemento factico infringe dicho principio de juridicidad por modo constante o frecuente”.
Así este se crea cuando “toda acción social y estatal” encuentra sustento en la norma; es así que el poder del Estado queda subordinado al orden jurídico vigente por cumplir con el procedimiento para su creación y es eficaz cuando se aplica en la realidad con base en el poder del estado a través de sus órganos de gobierno, creando así un ambiente de respeto absoluto del ser humano y del orden público.
Por lo tanto, cuando no se vive en un estado de derecho nace la ingobernabilidad y el estado se convierte en un estado fallido.
En el caso mexicano, analizando la definición de estado de derecho y las características que deben de existir para que se viva en él, con toda seguridad se puede afirmar que en México no existe un estado de derecho y se vive una severa crisis de ingobernabilidad porque la falta de confianza de los gobernados en los gobernantes se ha traducido en manifestaciones como son: la violación por parte de aquéllos del orden jurídico y la pasividad de los segundos por temor a imponerlo a través de diferentes actos de gobierno.
La legalidad es un valor superior, más allá de ideologías o posturas políticas. Sin un profundo respeto a la ley en todas sus formas y acepciones, ninguna sociedad puede avanzar, porque ninguno de sus miembros tiene certidumbre respecto a lo que los otros, incluyendo el gobierno, van a hacer.
Son muchos los factores que consideramos han ocasionado que el estado mexicano sea considerado para muchos estudiosos del Derecho un estado fallido, pero un punto fundamental que no se ha resuelto es la tan nombrada y discutida reforma del estado, esta se ha venido proponiendo desde la década de los ochentas y poco se ha avanzado en ella.
La falta de acuerdos o porque no decirlo la falta de voluntad para llevar a cabo la reforma del estado lo único que ha logrado es un debilitamiento de las instituciones del estado mexicano como la propia Constitución y las instituciones que se han creado en ella por nombrar algunos los tres poderes de la unión Legislativo, Ejecutivo y Judicial (en este ultimo la falta de independencia), el Instituto Federal Electoral que no ha logrado dar plena confianza: ejemplo a citar la complicada elecciones federales del 2006, la cual agravo el problema de ingobernabilidad.
La reforma del estado es un tema que trataremos en escritos posteriores, el objetivo central del presente comentario fue demostrar que es el estado de derecho y ver si en México se vive en un estado de derecho.
Como comentario final la lucha del mexicano y del constitucionalismo, es impulsada por el anhelo de lograr un gobierno de leyes y no de hombres, un gobierno que ayude a fortalecer su dignidad y que asegure económica, social y políticamente su existencia y realización como persona, todos estos anhelos solo se lograran con la fuerza de la ley, de la legalidad, del respeto a la constitución y en general con un estado que cumpla con la finalidad de su existencia que es la paz, el orden y el bien común.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com





viernes, 21 de mayo de 2010

La Libertad de hacer uso público
de la razón y el ejercicio del Voto

Por José Miguel Naranjo Ramírez.


En el tema electoral local 2010 resalta la denominada guerra sucia que en gran parte de la sociedad causa desanimo, preocupación y se escucha decir que lo mejor es no votar. Sin embargo, no queda claro cuál es el propósito de fondo. ¿Quién ganará realmente con esta estrategia, de quien sabe quién? Porque tratándose de elecciones sólo hay dos participantes: los que ganan y los que pierden, sean electores o elegidos. Queda claro que en la búsqueda del ejercicio del poder político no hay nada a medias, al menos así lo enseña la historia con la obra el Príncipe de Maquiavelo.

El discurso político de quienes promueven esa propuesta es el mismo que hemos escuchado de muchas personas, cada sexenio y cada trienio: nada nuevo. Es un argumento coherente con el que coinciden muchos ciudadanos: enviar, mediante la abstención del voto, una manifestación de inconformidad por la forma en que se ha desenvuelto la práctica de la política en México, por los procesos antidemocráticos de selección de candidatos, la falta de propuestas claras y realizables, la guerra de mentiras mediante propaganda y publicidad, el excesivo costo del proceso electoral, la prioridad para satisfacer intereses personales y no los de generar mejor calidad de vida para los que menos tienen, el predominio del poderío económico sobre los del público elector, entre otros factores negativos de la política en nuestro país.

El gobierno, los partidos políticos y el principio de representación son creaciones humanas, nacidas de un “pacto social”; no obstante, las elites políticas y los partidos se han apoderado de todo lo que tiene que ver con el espacio público. Este, por cierto, debería ser un lugar ganado por y para los ciudadanos. Aquí es donde debemos rescatar el ejercicio democrático que en primera instancia se realiza entre los votantes y no entre los gobernantes. Por eso la mejor sugerencia es la unión de ciudadanos para exigir a los mejores. Por cierto, ¡ya se nos hizo tarde!

Como mejor opción, preferimos tomar como soporte la parte del pensamiento de Inmanuel Kant que significa la libertad de hacer uso público de la razón; es decir, la capacidad para entender las cosas del mundo y de la vida en el espacio intersubjetivo público por medio del propio entendimiento. En materia política, interpretamos que la aportación de Kant es una propuesta para que la mayoría –pueblo o electorado- tengan capacidad para pensar por sí mismos. Esto es, basándonos en el pensamiento de este autor, esa mayoría llegará a un momento político-social “razonando libremente” sobre la forma de gobierno y de Estado que se quieran adoptar.

Se tiene aquí un fundamento filosófico de la democracia en el contexto de la modernidad, que es una verdadera alternativa para el liberalismo. En Kant, refiriéndonos al opúsculo Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración? (1784), entendemos que el ejercicio y goce de la libertad corresponde a cada individuo; esto es, el uso público de la razón es un problema del “yo” frente a la comunidad de la cual forma parte. En este sentido se afirma que la democracia se basa en el reconocimiento del otro. Por eso no votar, sitúa a las personas lejos de la realidad que se vive en este momento. Es, además, no reconocer el Estado Constitucional de Derecho. Es una incitación contraria a la política. Lo cierto es que hay varias opciones para el votante.

No otorgarle el reconocimiento al “otro” –en este caso al electorado- es igual a querer cambiar las representaciones y opiniones propias y verdaderas. En política como en administración, es común darle un uso arbitrario al “mal” o a la “mentira” para simbolizar negativamente la concepción real o aproximada del mundo y de las relaciones entre las personas y el Estado-nación.

El próximo 4 de julio de 2010, cada quien puede hacer uso de su libertad de pensamiento y ejercer de manera individual su Voto por la opción que decida.

Correo electrónico: miguel_naranjo@hotmail.com